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  • Foto del escritorJavier Fernández Jiménez

Compartiendo una mañana con un proyecto increíble: Cienlee


Que la literatura tiene cosas maravillosas es algo que no os voy a descubrir, pero sí os puedo contar una de esas aventuras que me ha tocado vivir, porque ha sido uno de esos momentos que no se olvidan con facilidad y que te recuerdan por qué haces lo que haces.


Suelo dejar arrinconada mi faceta de escritor. La radio se ha convertido en mi manera de contarle al mundo lo que hago y lo que soy, así que mis relatos, mis poemas, mis historias y mis novelas suelen quedar relegadas a, con suerte, un segundo plano. Pero todavía hay personas que se dan cuenta de que me gusta escribir, de que lo hago con asiduidad (quizás con menos empeño que hace algunos años) y de que, a lo mejor, tengo algo que decir al respecto.


Jacqueline es una de esas personas. Es la creadora y directora de un proyecto increíble, Cienlee, realizado con su esfuerzo, con su tesón y con una vocación a prueba de bombas desde un pueblo de Toledo: Quintanar de la Orden. Como suele ocurrir con estos proyectos poco polulares de cara a la vida pública, no cuenta con demasiadas ayudas, pero consigue resultados realmente alucinantes. Sí que cuenta, y eso es muy importante, con el apoyo de un buen puñado de familias que están viendo todo lo que sus hijos e hijas están viviendo, aprendiendo y aprehendiendo de la mano de esta entusiasta del pensamiento crítico, de la lectura, de la escritura y, sobre todo, de la reflexión. Cienlee es un proyecto único, mágico, muy pequeño pero con una proyección enorme. De hecho, hace algunos meses, parte de sus integrantes acabaron visitando Eslovenia de la mano de la embajada eslovena en España, casi nada.


En Cienlee se vive la Cultura y la expresión, el debate y la conversación, la inteligencia emocional y el aprendizaje (y no solo en un sentido), es un lugar realmente increíble. De hecho, me ha gustado mucho, porque en algunos puntos se roza con Menudo Castillo y con lo que intento provocar yo con esta locura radiofónica y, por supuesto, con mis libros.


En Cienlee habían leído Cómo cazar un dragón sin salir de casa y Menudo Castillo, había quien incluso había empezado a leer Semillas bajo el manzano. Y me invitaron a ir a verles a Quintanar de la Orden y a la Biblioteca Pública Municipal Leer y Soñar, donde realizan habitualmente sus actividades. Decidí ir, por supuesto. Y ha sido uno de esos momentos de los que voy a alardear toda la vida, porque viví una mañana impresionante.


Impresionante en la calidez emocional de todos los presentes, en la conversación inteligente de niñas y de niños de diversas edades. Voy a olvidarme de muchos, porque soy así de cabezón (ya me conocéis) y porque eran muchos, pero todavía tengo revoloteando por la cabeza las preguntas de Candela, de Isabel, de Patricia o de Ana, la ágil conversación de Iván y la mirada atenta de Leo y Berta. Son niños y niñas despiertos, inteligentes y lo que es más impresionante, deseosos de Cultura y de aprendizajes.


He recorrido muchas bibliotecas públicas, he estado en muchos colegios, he participado en muchas ferias literarias y he recorrido librerías, pero pocas veces he estado más a gusto y más atraído por lo que me rodeaba que con los niños y las niñas de Cienlee. Ya estoy deseando repetir. Un trocito de mi alma de escritor se ha quedado para siempre con ellos. Me han parecido fantásticos y, por supuesto, he alucinado con lo que consigue sacar de todos Jacqueline.


A veces uno olvida por qué hace las cosas. No sabe por qué ocurre, pero pasa en ocasiones. Momentos como el que viví ayer, 4 de enero de 2024, en la Biblioteca Pública Municipal de Quintanar de la Orden, hace que uno recuerde de verdad por qué hace lo que está haciendo.


Me traje sonrisas, abrazos, miradas. Y me traje un buen puñado de cariño, algo que es difícil de conseguir. Solo estuve por allí un par de horas pero ya lo siento un poco como mi casa. Espero regresar muy pronto y seguir disfrutando de aventuras en compañía de estos niños y de estas niñas.


Gracias Jacqueline, gracias Cienlee y gracias a todos los que estuvieron ayer (y a los que no pudieron por diversos motivos) por ese pellizquito de cariño. Seguro que volvemos a encontrarnos en el camino.


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