HabÃa resbalado. En el último momento habÃa resbalado. El barro le habÃa acogido sin preguntar, sin poner ningún impedimento a su llegada. Y se habÃa golpeado en la cabeza con una piedra olvidada en aquel suelo pisoteado por cientos de botas nerviosas. Un puto resbalón, en el momento clave.
Despertó horas después, con el sol ardiendo sobre su cara. Le costó despegarse del lodo pegajoso. Le dolÃa la cabeza. Se levantó despacio y notó el barro cuarteado en las manos. El golpe habÃa sido brutal. No se escuchaba nada a su alrededor, solo el viento ululando furioso. Decidió emprender el camino que debÃa haber tomado la noche anterior.
Abandonó pesadamente la trinchera y cuando salió al exterior estuvo tentado de dejarse caer de nuevo. El campo de batalla estaba repleto de cadáveres. Armas y utensilios estaban desperdigados por todo el lugar. Nada se movÃa salvo los cuervos y las urracas que recorrÃan cadáver tras cadáver en busca de un tesoro en el que preferÃa no pensar. Reconoció a sus compañeros aquà y allá, entre los cuerpos masacrados de los enemigos. No halló a nadie con vida. Llegó al otro lado y se sentó a esperar.. Era el único que habÃa completado la misión, quizás incluso recibirÃa una medalla. Y todo por un puto resbalón.