El Cambio
- Javier Fernández Jiménez
- 11 jul
- 1 Min. de lectura
Primero cambiaron la manera de contar las cosas, después los contenidos culturales, más tarde lo que se podía contar en los centros educativos y, finalmente, se quemaron libros, se coartaron voces y se cerraron ideas y bibliotecas. Lo único que quedaba era prohibir personas.
No tardaron en promulgar El Cambio, una ley que prohibía a todos aquellos que no encajaban. Por todo el país se buscó, atrapó, encerró y desechó a miles y miles de personas. Primero por raza y procedencia. Más tarde por religión, ideas, reacciones o miradas. Todo valía para prohibir a alguien que no encajara con el modelo previsto.
Y pronto no hubo lugar en aquel país en el que descansar ni vivir en paz. Algunos de los que habían propiciado el cambio se dieron cuenta y decidieron protesta. No hubo vuelta atrás. El mundo había cambiado para siempre.
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