Despertó cuando el sol se dejó ver entre el humo y los nubarrones que cubrÃan la fortaleza. HabÃa tenido un buen sueño y sonreÃa al despertar. Se sentÃa descansada y preparada para afrontar cualquier cosa. HabÃa un silencio estruendoso a su alrededor, salpicado de tanto en tanto de llantos y lamentos.
Solo tardó unos segundos en notar el ardor en el costado, la debilidad y un profundo y continuo dolor en la espalda. Recordó que habÃa estado a punto de morir aquella noche y perdió la sonrisa. Tembló de frÃo.
Gimió al incorporarse. HabÃa sangre en el suelo, buena parte era suya. Las cenizas de lo que habÃa sido Populos y las grietas en los muros dejaban ver cuánto habÃa costado resistir al ataque. Apenas quedaban en pie unas pocas decenas de los cientos que habÃan compuesto ambos ejércitos. Desde allÃ, desde las derruidas almenas de La Torre, Isham supo que habÃan sobrevivido a una batalla pero que aún habÃa una guerra que afrontar. Y dudaba, ella que siempre habÃa querido luchar, de tener fuerzas para volver al combate. No habÃa ninguna gloria en el combate, solo derrota. Cenizas. Grietas. Muerte.