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  • Foto del escritorJavier Fernández Jiménez

Sobrevivir


Carricerín cejudo - fotografía de SEO BirdLife
Carricerín cejudo - fotografía de SEO BirdLife

Estaba agotado. Hambriento. No había dónde descansar, dónde refugiarse y sobrevivir otra jornada. Necesitaba dormir. Cada día era más difícil. Pensó en el Abuelo, este año ya no había podido viajar. Había sido una despedida esperada, pero triste. No volvería a verlo. El frío es demasiado intenso en el invierno polaco y el Abuelo ya muy frágil y pequeño.


El campo otoñal aún no había superado el verano. Sintió frío, un frío extraño, inusual, repentino. No tenía mucho más tiempo. Debía encontrar un lugar en el que posarse, un alto en el camino. Un grupo de grullas graznaba a lo lejos, demasiado lejos. El Abuelo siempre hablaba de las grandes lagunas, de los juncos y los cañaverales de sus vuelos de antaño. Humedales cada día más pequeños, más lejanos, más ocultos.


Recordó con añoranza el color pardo de las plumas del Abuelo, las rayas de su cabeza, su pequeño pico... Era triste no volver a verlo, no tener un marzo en el que volver a casa. Y entonces la vio, a lo lejos aún, muy pequeña todavía, una laguna. El sonido de las grullas, de los flamencos. El canto del autillo y de las golondrinas. Y supo que sí, que para él sí habría un marzo en el que regresar a casa.


El verano pasado participé en un concurso de microrrelato, el tema tenía que estar relacionado con el Carricerín cejudo, un ave en peligro. Este texto no fue merecedor del premio, pero os lo dejo por aquí, para que podáis leerlo y busquéis a estas pequeñas aves por nuestros cielos, también para que intentéis preservar nuestras lagunas y humedales y que todas las aves que emigren tengan un lugar en el que descansar, alimentarse y, quién sabe, puede que recordar a todos esos ancianos que ya no han podido emprender el vuelo.

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