El Autobús

Foto de KoolShooters

Llegó el día. Osama sabía que no había vuelta atrás, tenía que dejar su pueblo para irse a la ciudad y buscarse la vida. Antes de subir al autobús echó una última mirada a la calle que tantas veces había recorrido, al viejo parque en el que tantas aventuras había disfrutado y, sobre todo, a aquellos con quienes había compartido infancia y juventud. Tocaba encontrar nuevos rincones que recordar en el futuro. Nuevos lugares. Nuevos hogares que disfrutar.

Al subir se fijó en la conductora, era muy joven. Le dedicó una sonrisa y él se turbó un poco antes de lograr abonar el viaje. Se tambaleó hacia su asiento en la tercera fila y miró por última vez al pueblo. Debía seguir adelante, cruzar la frontera de la adolescencia y, por fin, convertirse en un adulto.

Llegó a su destino siete horas y seiscientos kilómetros después. Nadie había llegado tan lejos en aquel viaje. A partir de ese momento todo lo que le ocurriese dependería solo de sí mismo. Al bajar se sintió desorientado, perdido. Notó una mano en la espalda. La conductora estaba a su lado. No fue capaz de abandonar la trampa de su sonrisa. Juntos caminaron por el paseo marítimo. Aquel fue el primer momento memorable de su nueva vida. Nadie sabía qué pasaría en el futuro, pero allí estaba. Todo era ahora diferente, nuevo, único. Y estaba dispuesto a disfrutarlo.