La cuenta atrás ya ha comenzado. Solo son diez segundos pero siempre me parece mucho más tiempo. Realizo las últimas comprobaciones. Todo correcto. Mi traje bien cerrado, la presión del aire es perfecta. Tengo oxígeno para una hora, suficiente. Todo está listo cuando la voz llega a uno y mi cuerpo entra en tensión antes de que todo se ponga en movimiento. No me acostumbro a esto. Suspiro.
Todo se precipita entonces. Hay una pequeña conmoción en el habitáculo, tiembla, siento la sacudida en las entrañas, mi estómago protesta una vez más. No tardaré mucho en llegar y aun así siempre está ahí la incertidumbre. Miro a mi derecha para comprobar que todo sigue en su sitio. Una alarma roja ilumina todo y escucho la sirena. He llegado. Miro nervioso la hora del reloj de la cómoda que tengo delante. Un par de minutos después todo se detiene, la luz se torna verde y la sirena se apaga. Escucho un zumbido y la puerta de abre. Un humo blanco inunda la estancia.
He llegado al piso de arriba, me quito la escafandra y la dejo en el ascensor, empujo el carrito con el desayuno y me siento a contemplar la Tierra desde mi lugar favorito de la base lunar EO-5. Tomo mi primer café de la mañana con el estómago revuelto. Tengo que hablar con los de mantenimiento para que arreglen ya las escaleras, estoy aburrido de tener que llegar hasta la segunda planta en el maldito ascensor.
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